Para hablar de Extremadura
con propiedad hace falta
conocer todos sus pueblos
y sus virtudes cristianas.
Quien no ha visto a Extremadura
en su interior, no vio nada
sólo ha visto a un pueblo austero,
recio, seco y sin jactancia.
Sólo vio a una Extremadura
que no tenía importancia
por no poder ostentar
con orgullo, grandes fábricas.
Sólo vio a una Extremadura
con una pobre “comarca”(Las Hurdes)
que, por eso, por ser mísera
¡fue tan traída y llevada!
Sólo vio a una Extremadura
como región olvidada
a la que daban de lado
como vieja y arruinada.
Para ver a Extremadura
para poder admirarla,
hay que recorrer sus pueblos
y llevar abierta el alma,
para recibir en ella
típicas costumbres sanas
que, en el orden del espíritu
no hay quien pueda valorarlas.
Para ver a Extremadura
y, así poder apreciarla
hay que oírla en sus canciones,
hay que escucharla en su fabla
y así poder comprender
el gran tesoro que guarda
esta vieja Extremadura
castiza, noble y bizarra
que, un día, supo en América,
¡¡ganar tierra, honor y fama!
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