El cardo borriquero. 'Se deja mirar, oler, pero no tocar'.
Hasta el cardo borriquero que amenaza con su pinchos
como armas hirientes, como escudos protectores de su
vulnerabilidad, de su miedo al daño externo, muestra en
su apariencia hosca e impenetrable su belleza en forma
de flor suave, tímida, coqueta e insegura.
Flor que aunque se esconde entre la fortaleza y la
dureza de sus pinchos defensivos no puede dejar de
ser una flor coqueta, olorosa, bonita, y deseada.
Temerosa del mundo exterior, esconde su atractivo
entre muros cerrados. Protegidos por guardianes de
afiladas defensas, aísla su encanto del goce del campo.
Evitando vivir sin riesgo deja de vivir.
Se deja oler, pero no tocar.
Solo podrás disfrutarla en la distancia.
No te acerques que pincha.
Nunca la podrás acariciar, ni querer.
Su naturaleza es esa.
Es un cardo borriquero, nada se puede hacer.
Ni palabras, ni gestos pueden ablandar un corazón blindado.
Mira. y se deja mirar pero nunca se arriesgará a perderse
agarrada de la mano por los bellos y arriesgados caminos
No sabe que lo importante de la vida es vivir.
entre muros cerrados. Protegidos por guardianes de
afiladas defensas, aísla su encanto del goce del campo.
Evitando vivir sin riesgo deja de vivir.
Se deja oler, pero no tocar.
Solo podrás disfrutarla en la distancia.
No te acerques que pincha.
Nunca la podrás acariciar, ni querer.
Su naturaleza es esa.
Es un cardo borriquero, nada se puede hacer.
Ni palabras, ni gestos pueden ablandar un corazón blindado.
Mira. y se deja mirar pero nunca se arriesgará a perderse
agarrada de la mano por los bellos y arriesgados caminos
No sabe que lo importante de la vida es vivir.
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