Los héroes de Baler
Los Héroes de Baler
“Las guerras un lugar donde jóvenes que no se conocen
y no se odian se matan entre sí, por la decisión de
viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”
Saturnino Martín Cerezo, héroe extremeño en Filipinas
Protagonizó una de las mayores gestas bélicas españolas,
aguantar 337 días sitiado en Baler en Filipinas
11 de febrero de 1866, nació Saturnino Martín Cerezo en Miajadas,
32 años después protagonizar una de las mayores gestas bélicas españolas,
al aguantar 337 días sitiado en Baler, en Filipinas, al frente de un
puñado de hombres. Él recibió la Cruz Laureada de San Fernando y
cuando llegó a su pueblo, el 21 de septiembre de 1899, tuvo un recibimiento
apoteósico: pusieron su nombre a la calle donde nació, se colocó una placa en
su casa natal y otra en el Ayuntamiento, y se hizo una colecta para regalarle un sable.
El héroe fue nombrado hijo adoptivo de Cáceres y Trujillo.
El
asedio de Baler (30 de junio de 1898 - 2 de junio de 1899) es la
defensa
de la última posición española en Las Filipinas. Durante casi
un año,
54 soldados españoles resistieron el ataque de 400 soldados
tagalos desde
el interior de la pequeña iglesia de Baler.
Después de
337 días, el teniente Saturnino Martín Cerezo y sus compañeros,
salieron de la iglesia, harapientos con los máuser enmohecidos, sin
municiones,
muchos desdentados, pero salieron con honor de la iglesia
que les había protegido
durante 337 días, desfilando con marcialidad de
cuatro en fondo orgullosos y
con la cabeza bien levantada, recibiendo
los honores de las tropas zagalas.
El
sitio de Bales es la gesta de un pequeño grupo de españoles, los
últimos
de filipinas, que apagaba definitivamente un Imperio de 400 años
en
América. El imperio terminó y la cultura, la lengua, el derecho, la
religión
y la tradición actual de los países americanos de hoy, mucho
tienen que ver con
las de aquellos que durante 4 siglos defendieron con
esfuerzo y sangre
el Imperio Español en América.
Antecedentes Históricos de la Batalla del Sitio de Baler
A lo largo del siglo XIX los imperios murieron y también nacieron.
Nacía el imperio americano. A lo largo del siglo XIX España perdió las
colonias americanas, las continentales y las insulares, Cuba, Puerto
Rico, Guam.
El imperio español se desmoronaba y nos enfrentamos a la
mayor crisis
de la historia de España. Muchos españoles murieron
como héroes,
lejos de su país y muchos murieron porque no tenían la
2.000 pesetas
para librarse del servicio militar. Fue un guerra injusta y
miles de españoles
salieron de sus pueblos, de sus huertas, de sus
aldeas y fábricas, simplemente
por el hecho de ser pobres; y por eso
fueron a la guerra y murieron en ella.
Fueron los héroes del 98, los
últimos de Filipinas
La situación a
finales del siglo XIX era sumamente compleja, USA
se abría paso a
codazos, compraba territorios como Alaska, o se apropiaba
de ellos como
Hawái. Cuba y Puerto Rico estaban tan cerca que constituían una
seria
amenaza a la expansión del imperio de USA y los dueños de Cuba y
de
Puerto Rico eran los españoles.
El 25 de abril de 1898 llegó el
pretexto para limpiar esas islas de españoles.
En Cuba saltaba por los
aires el Maine. Este hecho justificó oportunamente
la declaración de
una guerra contra España. Pero la verdad fue que lo del
Maine no fue un
sabotaje español, fue un mero accidente como se demostró
más tarde
porque el orificio ocasionado por la explosión se produjo en el
interior
de la bodega y no por una mina de contacto. El colmo de la
desfachatez
americana fue que declarando la guerra el 25, se hacía con
efecto retroactivo
desde el 21 de abril … jajaja!!. Es decir que el 25
de abril , ya llevábamos
4 días de guerra con USA y nosotros sin
saberlo.
Los
americanos, además de Cuba y Puerto Rico, querían también las Islas
Filipinas, puertos ideales parea abastecer de carbón a sus colonias de
Asia.
La guerra con los Estados Unidos fue un desastre; pero fue
también una
demostración magnífica del espíritu heroico de España, del
heroísmo de los
marinos españoles en Cavite y en Santiago de Cuba. El
combate de Cavite fue
entre una escuadra poderosísima, escuadra de
acero, y una escuadra de madera.
Mostraron los españoles, mandados por
Patricio Montojo, una serenidad, un estoicismo,una intrepidez
extraordinarias. Sabían que iban a ser destruidos, aniquilados, y
serenamente se presentaron en línea de batalla y abrieron el fuego.
Sabían que iban a jugar con ellos,
como una fiera juega con un cordero, y
se dispusieron sin vacilaciones, resueltamente,
al combate.
En 1896 después del Pacto de Biak/Nna/Bato, Emilio Aguinaldo se largó
a
Hong Kong con los bolsillos llenos de dinero. Aguinaldo pertenecía a
la
sociedad secreta filipina denominada Katipunan y a finales de 1897,
en ese
clima de aparente paz, el gobierno español redujo el número de
efectivos
destinados en algunas de sus guarniciones. España tenía
desplegados en esos
momentos unos 28.000 soldados en Filipinas, no eran
muchos si los
comparamos con los 100.000 que teníamos en Cuba.
Con la crisis de abril de 1898, el líder filipino, Aguinaldo volvió a
las islas
para dirigir la insurrección contra los españoles. Los
filipinos en número
mucho mayor, fueron tomando territorio; y los 28.000
efectivos allí desplazados
ya no eran suficientes para repeler los
ataques de los filipinos, eso sí, bien apoyados
desde la costa por los
buques de USA.
Llegó el desastre de Cavite, donde se perdió toda
la flota española en una hora
y media. Los españoles tuvimos 800 bajas
y los americanos no llegaron a 20.
Comienza el Sitio de Baler
En la isla de Luzón, en el Distrito Píncipe, estaba la pequeña
población
de Baler, un pueblecito situado sobre un recodo, al sur de la
ensenada o bahía
de su nombre, distante de la playa unos 1.000 metros
cerca del Océano Pacífico.
Contaba con un grupo escaso de casas
dispersas y una iglesia.
Con un cabo y 4 guardias civiles
filipinos, eran suficiente para cumplir
con la misión de controlar a
los contrabandistas del lugar. Pero como
consecuencia de la tensión ,
llegaron a Baler refuerzos, el teniente Mota,
de 18 años, con 50
cazadores. Los cazadores del grupo expedicionarios,
constituían la
fuerza de choque de los españoles en las Filipinas.
Con los
primeros ataque de los filipinos, esta fuerza de 50 efectivos fue
masacrada , fue barrida del mapa rápidamente y el propio teniente Mota,
se suicidó, se pegó un tiro antes de rendirse. Entonces, desde Manila,
la capital, se volvieron a mandar más refuerzos.
En febrero de
1898 salía de Manila una nueva expedición con dirección
a Baler. Otros
54 cazadores al frente del capitán Enrique de la Morenas
y los
tenientes Saturnino Martín Cerezo y Juan Alfonso Zayas, junto con el
teniente médico Rogelio Vigil de Quiñones, se desplazaron a Baler.
Eran
54 cazadores dispuestos a defender Baler para los intereses de España.
En mayo Aguinaldo y los suyos, financiados y armados por USA,
volvieron clandestinamente a Filipinas y reanudaron la revolución contra
los Españoles. Aguinaldo creyó inocentemente que los americanos eran
su
aliados en el proceso de su independencia de España.
Los 54
cazadores , llegaron a Baler se instalaron en el pueblo y fortificaron
la
comandancia. En la isla de Luzón, los españoles había fundado 1400
pueblos
y en todos ellos, el principal edificio era la Iglesia. La
iglesia de Baler estaba
muy fortalecida, casi una auténtica fortaleza
militar, con unos profundos
muros perimetrales de 1,5 metros de ancho y
unos 20 metros de fachada.
Esta construcción era la más adecuada para
resistir los fuertes huracanes,
tan habituales en este territorio.
Enrique de las Morenas, acordó con el padre Carreño,
que si las cosas se
ponían difíciles, los españoles se retirarían a refugiarse a la
Iglesia
al ser el lugar más sólido y seguro de la población .
La sociedad
secreta Katipunan decide atacar a los españoles.
Al frente de este
ejército revolucionario estaba Emilio Aguinaldo y
Novicio Luna.
Katipuna tenía miles de efectivos a su disposición y valer
era una pieza
muy apetitosa. Sería muy fácil tomar aquella iglesia defendida
por tan
solo 54 españoles. Pero las cosas no iban a ser tal como se lo imaginaba
Aguinaldo.
El 27 julio de 1898 Enrique de las Morenas decide
refugiarse con todo
el destacamento en la iglesia del pueblo. Se van a
defender de los filipinos
con todo lo que tienen, que no es mucho; pero
están decididos a aguantar hasta
el final, hasta que lleguen más
refuerzos o nuevas órdenes desde la capital, desde Manila.
La
iglesia era reducida y de muros débiles.Se taparon las ventanas.
En
torno de la iglesia, muy próximo a sus paredes, el enemigo formó
una
recia trinchera.
Los españoles reúnen toda la alimentación
disponibles y la meten en la iglesia:
4.500 kgr de arroz en mal estado,
habichuelas, tocino rancio, mucho azúcar
pero no disponían de sal para
conservar los alimentos frescos. Comienza
la resistencia de Baler. Serán
337 días, lo que en principio iba a ser una
resistencia a la espera de
refuerzos, se convirtió en una resistencia heroica.
A las pocas horas
los filipinos atacan la iglesia de Baler.
Cientos
de tagalos atacan a los españoles por todas las partes pero
los
cazadores logran repeler todas las ofensivas. Los tagalos después
de
reagruparse vuelven a la ofensiva y los españoles vuelven a repelerlos.
Los días van pasando y la decisión de los españoles de defenderse no
cambian, se han clavado al terreno y están dispuestos a soportar todos
los envites tagalos hasta nuevas órdenes.
Los tagalos les
enviaban a los sitiados, de tarde en tarde, mensajeros de paz;
pero los
sitiados los desdeñaban. Reducidos al interior de la iglesia, tabicadas
las ventanas, la ventilación era deficiente; se respiraba un aire denso y
viciado.
El problema se
llama ber-iberi. Comenzó a asomar la terrible epidemia
del ber-iberi.
Los efectos comenzaban por los pies. Se hinchaban las
extremidades
inferiores con tumefacciones dolorosas; iba ascendiendo el mal,
y poco a
poco, entre dolores agudísimos, acababa la vida del atacado
El
ber-iberi es una enfermedad producida por carencia de vitamina B1
(tiamina),
que afecta el aparato cardiovascular (beri-beri húmedo) o el
sistema nervioso
(beriberi seco). En estos años todavía no se conocían
las vitaminas.
Se descascarillaba el arroz y en esa cáscara estaba la
vitamina B1, que tan
necesaria era para los españoles. Muchos soldados
se ven afectados por el beriberi
y también por la disentería. La
disentería es una enfermedad infecciosa asociada
a dolor abdominal,
fiebre, diarrea, e inflamación y ulceración de la boca.
El teniente de las Morenas se desespera.
La enfermería se fue llenado
de soldados, incluso el mismo teniente estuvo
afectado por el beriberi.
Cuando se agotó las raciones de carne, se
comieron lagartijas, ratas,
serpientes. Cualquier animal que se movía era apto
para el consumo. Y
los hombres comenzaron a morir, la mayoría por las
enfermedades y el
hambre. Finalmente fallece el capitán Enrique de las
Morenas y el
teniente Juan Alfonso Zayas.
La situación es desesperada y
al frente de la guarnición queda el teniente
Saturnino Martín Cerezo.
Los tagalos siguen atacando, ahora ya con cañones.
Manila ya había caído
y los filipinos llevan las piezas de artillería desde la
capital a
Baler para rematar a los españoles.
El techo de la iglesia fue
destruido por el cañón enemigo.
La lluvia inundaba los lechos. Apenas
se dormía.
La ropa se había gastado. Iban todos vestidos de andrajos.
No
había calzado. Se iba también casi descalzo.
A todo esto el enemigo no
cesaba de enviar mensajes de paz.
Acabaron los sitiados por decir que no
recibirían ya a ningún emisario.
La bandera española que
flameaba en la torre se había consumido
por el sol, la lluvia y el
viento. Afortunadamente, en la iglesia pudieron
encontrar telas de color
amarillo y rojo. La bandera fue rehecha, pero la torre
, a fuerza de
cañonazos, se vino abajo.
España se había rendido a los
americanos.
El 13 de agosto de 1898 España firma el tratado de Paris
donde capitula y
entrega a USA, en el mismo tratado, las Filipinas, Cuba
y Puerto Rico.
Por las Filipinas sólo pagaron 20 millones de dólares.
España estaba desmoralizada, estaba hundida ante una grandísima crisis
económica. Todo ya se había perdido pero qué sería de los hombre de
Filipinas.
Comenzaron las repatriaciones, pero en Baler el teniente
Saturnino Martín Cerezo seguían resistiendo en Baler.
Desde Manila los españoles enviaron emisarios a Martín Cerezo,
anunciando la rendición de España y que ya todo había terminado.
Que
depusieran las armas y se rindieran. Llegó el capitán Olmedo con
las
noticias, pero Martín Cerezo desconfiaba de todos. Hasta 5 veces se
intentó convencer a Martín Cerezo de que la guerra había terminado.
Llegó la Navidad de 1898, la situación era angustiosa.
Los alimentos ya
se habían terminado y les quedaban infusiones de
naranja amarga. El
teniente Martín Cerezo con el teniente médico Rogelio Vigil
de Quiñones,
deciden salir para ir a cazar algo que llevarse a la boca.
10 hombres
salieron de la iglesia y a tiro limpio se hicieron con una buena pieza.
Los españoles había logrado cazar un carabao, una especie de búfalo y
terminaron
por meterlo en la iglesia. Ya tenían carne fresca para tres
días. Mientras tanto los
soldados españoles seguían demostrando de un
heroísmo sublime, seguían haciendo
oídos sordos a las órdenes de los
diferentes emisarios que iban llegando a la iglesia.
La guerra había
terminado, pero ahora los filipinos luchaban contra los
norteamericanos, el tratado de Paría había sido una traición para los
intereses locales, el tratado no les otorgaba la independencia.
Ahora
sería una colonia de USA.
El 13 abril de 1899, el
almirante Dewey envió al cañonero USS Yorktown,
los americanos tuvieron
el gesto de intentar la salvación de los cazadores
de Baler. Los
americanos deciden ir en ayuda de los españoles y sacarles
de Baler. El
cañonero americano , Yorktown ilumina por la noche la iglesia
de
Baler; el teniente Cerezo interpretan que son los refuerzos que llevan
esperando desde julio y se produce un explosión de euforia entre los
españoles.
Pero los 16 fusileros americanos del Yorktown, al frente de
su teniente James
C. Gillmore murieron en Baler sin lograr rescatar a
los españoles, resultaron
totalmente insuficientes. El Yorktown se
retiró. Martín Cerezo ordenó seguir con
la resistencia con la bandera
clavada hasta el final empeñados en una defensa
a ultranza hasta el
último hombre.
En mayo, el teniente coronel Cristóbal
Aguilar y Castañeda, llegaba a Baler
desde Manila a bordo del cañonero
Uranus. Martín Cerezo , en su
ofuscación, confundió el cañonero español
con una barco filipino y supuso
que era un intento de los filipinos para
engañarle, pensó que el barco era
filipino y estaba camuflado como
barco español para tenderle una trampa.
Martín Cerezo se niega a salir
de la iglesia y Aguilar no consigue convencerle
de que la guerra ha
terminado. Entonces el teniente coronel Aguilar, se
entrega unos
periódicos para que los lea y verifique lo que le está diciendo.
Y
Martín Cerezo lee los periódicos y las notocias de España, se convencen
de su error y asume la realidad. Todos tenían razón él estaba
confundido,
nadie le había engañado. El había defendido la plaza, él
había resistido.
Durante el
sitio de Baler, en la iglesia se produjeron 8 deserciones, 6 se
escaparon y 2 fueron fusilados el 1 de junio, dos días antes de salir
de la
iglesia de Baler. Martín Cerezo le pide al teniente médico,
Rogelio Vigil
de Quiñones, que inscriba ese suceso como dos muertos por
la enfermedad.
El 2 de junio de 1899, 337 días después, la bandera
española era arriada
y en su lugar se izó la REBELDES KAPITUNEROS bandera
blanca.
Martín Cerezo consiguió negociar la rendición, logró una
rendición más
honrosa que la que consiguieron firmar sus superiores en
Manila
unos meses antes. En la capitulación firmada en Baler, se decía
que las
dos partes habían decidido abandonar las hostilidades, que los
españoles
serían respetados, que saldrían de la iglesia portando sus
armas y que serían
escoltadas hasta las tropas españolas o un lugar
seguro.
Se presentó en la Iglesia, Simón Tecson, oficial al
mando de las fuerzas
filipinas sitiadoras y Martín Cerezo le indicó su
intención de rendirse
siempre y cuando se aceptaran una serie de
condiciones. Tecson le pidio a
Cerezo que las redactara y que si no
había nada que resultara degradante,
aceptaría la rendición y permitiría
a los españoles salir con las armas hasta el
borde de su jurisdicción,
donde deberían entregarlas.
En Baler a los dos días del mes de junio
de mil ochocientos noventa y
nueve, el 2.º Teniente Comandante del
Destacamento Español,
D. Saturnino Martín Cerezo, ordenó al corneta que
tocase atención y
llamada, izando bandera blanca en señal de
Capitulación, siendo contestado
acto seguido por el corneta de la
columna sitiadora. Y reunidos los Jefes y
Oficiales de ambas fuerzas
transigieron en las condiciones siguientes:
Primera. Desde esta fecha quedan suspendidas las hostilidades por ambas
partes beligerantes.
Segunda. Los sitiados deponen las armas, haciendo entrega de ellas
al
jefe de la columna sitiadora, como también de los equipos de guerra
y
demás efectos pertenecientes al Gobierno Español.
Tercera. La
fuerza sitiada no queda como prisionera de guerra, siendo
acompañada por
las fuerzas republicanas a donde se encuentren fuerzas
españoles o
lugar seguro para poderse incorporar a ellas.
Cuarta. Respetar los intereses particulares sin causar ofensa a personas.
Y, para los fines que haya lugar, se levanta la presente acta por duplicado,
firmándola los señores siguientes:
Teniente Coronel de la fuerza sitiadora,Simón Tecson. El Comandante,
Nemesio Bartolomé. Capitán, Francisco T. Ponce. Segundo Teniente
Comandante de la fuerza sitiada, Saturnino Martín. El Médico, Rogelio
Vigil."
Martín Cerezo había
entrado con honores en la historia militar de España.
Cuando salen de la
iglesia, sólo quedan 33 soldados y 2 frailes, 17
habían muertos y los 6
que se habían escapado y 2 fusilados.
Hasta el cura Carreño había
fallecido. Salieron de la iglesia, harapientos
con los máuser
enmohecidos, sin municiones, muchos desdentados, pero
salieron con honor
de la iglesia que les había protegido durante 337 días,
desfilando con
marcialidad de tres en fondo orgullosos y con la cabeza bien
levantada,
recibiendo los honores de las tropas zagalas.
Nadie se explica cómo
pudieron resistir tanto, como pudieron soportar
enfermedades como el
beriberi y la disentería, cómo la mayor parte de las bajas,
lo fueron
por enfermedad y no por el combate, cuando ellos le habían causado
al
enemigo centenares de bajas.
Más tarde el 30 de junio se publicó
un decreto firmado por Aguinaldo,
presidente de la República Filipina,
en el que se podía leer lo siguiente:
"Habiéndose hecho
acreedoras a la admiración del mundo las fuerzas españolas
que
guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo
con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanzas de auxilio
alguno,
ha defendido su bandera por espacio de un año, realizando una
epopeya tan
gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del
Cid y de Pelayo;
rindiendo culto a las virtudes militares e
interpretando los sentimientos del ejército
de esta República que
bizarramente les ha combatido, a propuesta de mi Secretario
de Guerra y
de acuerdo con mi Consejo de Gobierno, vengo a disponer lo siguiente:
Artículo Único. Los individuos de que se componen las expresadas
fuerzas no
serán considerados como prisioneros, sino, por el contrario,
como amigos, y en
consecuencia se les proveerá por la Capitanía General
de los pases necesarios para
que puedan regresar a su país. Dado en
Tarlak a 30 de junio de 1899
El Presidente de la República, Emilio Aguinaldo.
El Secretario de Guerra, Ambrosio Flores."
El día 29 de julio los héroes de Baler embarcaron en el vapor Alicante,
de la Compañía Trasatlántica y el 1° de septiembre desembarcaron en
Barcelona, siendo recibidos por las primeras autoridades.
El
teniente Saturnino Martín cerezo, fue condecorado con la Laureada de
San
Fernando y nadie se explica porque no se concedió una Laureada
colectiva a los compañeros del teniente Martín Cerezo.
A la familia
del capitán Enrique de las Morenas y Fossi, se le concedió
una pensión
anual de 5.000 pesetas válida para su viuda o sus herederos.
Enrique de
las Morenas, nacido Chiclana de la Frontera, el 23 de mayo de
1855; fue
ascendido a título póstumo al grado de Comandante. Tiene dedicadas
calles a su nombre en Chiclana, Cabra, Baena, y una plaza en Madrid.
El teniente Martín Cerezo llegó al empleo de general.
A los soldados el estado les concedió 60 pesetas de pensión; algunos
de
ellos murieron como mendigos en las calles de España; 12 llegaron a
la
Guerra Civil; incluso alguno de aquellos murió fusilado en la Guerra
civil.
En las Filipinas quedaron dispersos los cuerpos
de más de 5.000 españoles,
oficialmente se les consideró como
desaparecidos en combate. Nunca volvieron
con nosotros ni recibieron ni
el agradecimiento ni el reconocimiento debido; sólo
ingratitud y olvido
en las generaciones posteriores. Así somos los españoles ...
Los Últimos de Filipinas
En total fueron sitiadas 60 personas, incluyendo los dos misioneros
enviados por los filipinos, de las cuales 15 murieron enfermos de beriberi
o disentería, 2 murieron por heridas de combate, 6 desertaron y 2
fueron fusilados por orden de Martín Cerezo tras ser declarados
culpables de intento de deserción.
No hay comentarios