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    Monumento al pastor de Calzadilla, que mató al lagarto que devoraba sus ovejas

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     - Monumento al pastor de Calzadilla, que mató al lagarto que devoraba sus ovejas'.

    Según la tradición, hace más de cuatrocientos años, según otros aconteció en el siglo XVIII, en los alrededores de esta localidad de pastores había muchos reptiles, y especialmente un lagarto tan grande que diezmaba los rebaños, y engullía a algún pastor que anduviese descuidado o que había osado hacerle frente, de modo que los habitantes de la localidad andaban atemorizados. Uno de éstos, de nombre Colás, se topó cierto día con el maligno animal, que hizo ademán de atacarle, tras despedazar a uno de sus perros. Colás se encomendó entonces al Cristo de la Agonía, que milagrosamente convirtió su cayada de pastor en una escopeta o trabuco; otros dicen que fue una ballesta, con la cual, y de un certero disparo, acabó con la bestia. Una vez muerto el lagarto, el arma se rompió, mientras Colás escuchaba una voz sobrenatural que decía: » Rota quedarás para que a nadie mates más». El agradecido Colás decidió ofrecer como presente a su Divino Protector la piel del animal, de la cual, aunque carcomida por los años, aún pueden verse algunos retazos en la ermita del Cristo.

    Otra versión, ésta más verosímil cuenta que al encontrarse algunas ovejas muertas en los mismos rediles, se conmovió todo el lugar, pues en aquella comunidad de pastores, la supervivencia dependía de la suerte o desgracia que puedan correr los rebaños; de ahí que el hallazgo conmocionó a todo el lugar: Durante la noche un extraño animal penetraba en los apriscos y mataba a las mejores ovejas. Se reforzaron las vigilancias y pudo descubrirse al causante de los hechos: una especie de gigantesco lagarto que se acercaba a los desprevenidos animales y los sangraba para beber la sangre y comer sus despojos. Se formó entonces un destacamento de voluntarios y de noche hicieron frente a su enemigo. A la luz de una luna de primavera lo descubrieron. Unas fauces provocativas se abrían ante los estremecidos vigilantes. Las escamas óseas rechazaron los primeros disparos y todos pensaron que se trataba de un monstruo invencible. Por fin al abrir la boca alguno tuvo la fortuna de encajarle un carabinazo en ella, provocándole la muerte. Cuando lo llevaron al pueblo como trofeo acordaron curtir su piel y entregarla como agradecimiento al Cristo que había propiciado el éxito de su empresa.

    Esta leyenda se une según cuentan algunos a la presencia en la población de un indiano, natural de Calzadilla, que una vez enriquecido en las américas volvió a la población y pudo traer la cría de uno de estos saurios, que al crecer sembró el pánico en la población. Del único calzadillano del que se tiene noticias como pasajero a Las Indias es el dominico reverendo Fray Tomas Ortiz. De él dice el también sacerdote D. Vicente Navarro del Castillo: “Estaba en Salamanca en 1510, en la isla de Santo Domingo en 1516 y en México en 1526, de donde era Vicario General de su Orden. Vino a España en 1528, regresando de Nuevo México con 20 religiosos. Este mismo año fue nombrado Obispo de Santa Marta y al regresar a España para ser consagrado murió en 1532”. ¿Fue este prelado el indiano al que se une la leyenda? ¿O fue otro personaje desconocido, de los muchos que de las Tierras de Coria emigraron clandestinamente a América, quien trajo el lagarto a su pueblo, si es que volvió? Sea como fuere, lo cierto es que todos los años en la segunda quincena de septiembre se celebra en Calzadilla la fiesta del Cristo, patrón de la localidad.

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